viernes, 24 de agosto de 2007

El desafío de la educación (I): la LOGSE o no aceptar la verdad

No se aceptó que existen tendencias vocacionales: de ahí nacen varias causas del desastre actual en la educación.

Hace unos quince años se puso en práctica la LOGSE. Tomaba como uno de los grandes puntos de partida los principios de la “comprehensive school”. Según esos principios los alumnos tenían que cursar el mismo currículum hasta los dieciséis años, en que podían entrar en el mercado laboral.

De esta forma no se ponía en evidencia que había unos estudiantes más listos que otros –lo que parece una especie de tabú para ciertos sicólogos y pedagogos de ciertas tendencias–, y no se producía un agravio a los que eran menos inteligentes. Hasta tal punto esto se consideraba así que al ponerse en marcha la LOGSE, la por entonces consellera d’Educació de Cataluña, dijo que separar a los estudiantes a los catorce años era una “perversidad” (sic). Al parecer ya no lo era hacerlo dos años más tarde, a los dieciséis.

Antes de la implantación de la LOGSE, los alumnos que se veía claramente, en 7º y 8º de EGB de aquel entonces, que iban mal en los estudios pasaban a hacer formación profesional. Desgraciadamente la formación profesional, aunque algo más práctica, seguía siendo demasiado teórica, y su índice de fracaso era más alto de lo esperado.

Con la implantación de la LOGSE todos esos alumnos que hacían 7º y 8º de EGB pasaron a hacer 1º y 2º de ESO. Y es ahora en estos cursos –1º y 2º de ESO–, en los que se aprecia, que para ciertos alumnos, lo suyo no es el estudio. Incluso ellos mismos se dan cuenta de que no les interesa, y que preferirían algo más práctico y concreto –menos abstracto–. Quizá se puede decir que los alumnos en esta situación son del orden del 25 ó 30% del total.

Una de las grandes causas del fracaso de la ESO –hay más y las veremos en otros artículos–, está en que esos chicos, que antes pasaban a formación profesional, siguen ahora con los demás alumnos en 3º y 4º de ESO. Y entonces, no sólo no tienen interés, sino que algunos de ellos presentan rechazo al estudio y boicotean consciente o inconscientemente la actividad de la clase de muy distintas maneras –preguntas improcedentes, comentarios que interrumpen la explicación, bolas de papel que tiran a compañeros, y un largo etc. Esto da lugar principalmente a que:

1. O no se pueda explicar, o muy poco;

2. que los alumnos que tienen interés vean que aquello es un guirigay y que no vale la pena la clase;

3. los alumnos no tengan ningún interés en estudiar la asignatura o en hacer los ejercicios o las dos cosas, con lo que los resultados de los exámenes son extraordinariamente bajos;

4. produce un elevado nivel de frustración en el profesor que ve que lo que está haciendo no sirve para nada o para muy poco.

El resultado –en los profesores–, de la constante lucha por mantener un mínimo de disciplina en clase, de ese elevado nivel de frustración, y del cansancio psíquico que produce esta situación, es un alto porcentaje de profesores en estado de estrés, que en no pocos casos conduce a la depresión.

El error fundamental de la LOGSE

Es haber seguido el principio de la “comprehensive school” –que ya un ex-ministro de Educación de Inglaterra dijo que había sido un error. Porque con este principìo y por tanto con la LOGSE, "no se acepta la verdad” de que existen unas tendencias vocacionales de las personas –estudiantes o no–, que están relacionadas con las capacidades –intelectuales o no–, de las personas .

Querer disimular las diferencias de capacidad y vocacionales para que los estudiantes no se frustren –como aducen “pedagogos y psicólogos modernos” que se autocalifican como “progresistas”–, ha creado los males que ahora tenemos y que vamos a tardar bastantes años en erradicar.

Y vamos a tardar muchos más años si los políticos siguen usando la educación como moneda de cambio o continúan considerando este proceder –que es erróneo en su misma raíz porque somos distintos–, como lo “políticamente correcto”.

Posibles remedios

Hacer varios curricula teniendo en cuenta las diferencias de capacidad y vocacionales. Y eso sin ningún miedo que se pueda pensar –porque lo pensarán igual–, que uno es para los listos y otros más adecuados a personas menos inteligentes. Y esto no es discriminación en el sentido peyorativo del término, sino adecuación de los medios a la capacidad y vocación de las personas.


Carles Clavell Ortiz-Repiso
ForumLibertas.com

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