miércoles, 20 de agosto de 2008

Michael Phelps, campeón TDHA


Ha realizado una gesta extraordinaria. Para los entendidos, no es normal que un niño que es incapaz de estudiar, tenga la perseverancia para encerrarse en una piscina y nadar, nadar, nadar... un día y otro, un mes y otro mes, un año, otro año. Esto es lo que cuenta la prensa. Tengo poco que añadir.

Una maestra le dijo a su madre, Deborah: "Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo" y ella, que también era maestra, le contestó: "Quizá se está aburriendo". La respuesta la dejó helada: "Su hijo no es muy dotado". Deborah recuerda que se enojó muchísimo y reclamó en vano: "Bueno, está bien... ¿Y qué van a hacer ustedes al respecto?" El hecho es que apenas podía leer dos párrafos seguidos; perdía la concentración. Cuando corría los brazos le llegaban más abajo de las rodillas, lo que provocaba las burlas de sus compañeros. Un día Phelps propinó un puñetazo a uno de ellos en el autobús escolar, y le prohibieron subirse al transporte durante varios días.

¿Un educador diría a una madre... Lo siento, señora, su hijo no es muy dotado, es miope?


Charles Wax, el médico de la familia, decidió intervenir pero la respuesta fue la misma: "no es capaz de calmarse, no se concentra...". Así fue como empezaron a suministrarle Ritalin, un estimulante para tratar la hiperactividad. A los 11 años lo dejó. "Mamá, no quiero tomar más esa píldora. Déjame que maneje el asunto a mi manera", confesó. Para entonces, ya iba a la piscina a diario. El hiperactivo Phelps era capaz de aguardar su turno cuatro horas para nadar apenas cinco minutos. Tranquilo, relajado...

Hacer los deberes del colegio siempre le costó a Phelps, que sin embargo no dudaba en pasar horas frente al televisor analizando videos de sus carreras. Le pedía a su madre cenar frente al televisor para ganar tiempo.

"'¿Ves? Ahí es cuando elevé la cabeza'. Yo no veía nada de lo que él veía. Pero miraba los videos. Una y otra vez, una y otra vez", recuerda hoy su madre, que no en vano recibe casi tras cada triunfo un ramo de flores de su hijo Michael, el niño salvado por el agua.


Cuántos Phelps desconocidos nos rodean... Sólo necesitan tener a ese alguien que confíe en ellos.
Él lo ha tendido. Su madre creyó en él.

Michael Phelps es millonario. Está en la cresta de la ola. Pero esto importa muy poco. Lo que verdaderamente importa, la verdadera riqueza de Phelps puede ser el descubrimento de nuestra sociedad, anclada en sus prejuicios, de esa raza de campeones, los campeones TDHA.