martes, 25 de septiembre de 2007

Los centros públicos españoles pierden alumnos nacionales

Con el comienzo de curso se ha reabierto en España el debate sobre la desigual distribución del alumnado inmigrante entre los centros públicos y los privados. Por segundo curso consecutivo, vuelve a subir el número de alumnos nacionales en la enseñanza preuniversitaria, aunque tímidamente. El alumnado que más crece es el inmigrante, al que corresponden tres de cada cuatro nuevas matrículas.


Según los datos ofrecidos por el Ministerio de Educación, que abarcan los años 1994-2006, los centros públicos escolarizan a dos tercios del alumnado total, proporción prácticamente constante durante todo el periodo. Al principio, la distribución de los alumnos inmigrantes se movía también en torno a esa cifra. Pero después la proporción de alumnos extranjeros en los centros privados (tanto concertados como no concertados) ha ido disminuyendo desde el 30,5% en el curso 1994-1995 al 17,9% en el 2006-2007.


Hay quienes sostienen que la causa de la desproporción está en que los centros privados ponen filtros a la escolarización de inmigrantes, y abogan por establecer un reparto obligatorio. De hecho, la reciente Ley Orgánica de Educación dispone que los centros concertados deberán reservar un número de plazas, fijado por las comunidades autónomas, para los inmigrantes que lleguen con el curso empezado. La presidenta de la confederación de padres CEAPA, de carácter izquierdista, argumenta que, “para cambiar la tendencia, seguimos pidiendo que todos los padres soliciten plaza para sus hijos en oficinas centralizadas en cada municipio para que se les distribuya” (El País, 12-09-2007).


Pero Manuel de Castro, secretario general de la Federación Española de Religiosos en la Enseñanza (FERE), declara al respecto que los centros concertados no tienen ningún problema en asumir el porcentaje de alumnos inmigrantes que les corresponde, pero a la vez recuerda que no se puede imponer a los padres un centro educativo.


Reparto desigual


Además, el desequilibrio se debe en buena parte a que tanto la población inmigrante como los centros privados están desigualmente repartidos. Es cierto que existen colegios públicos en los que la tasa de extranjeros alcanza cifras superiores al 80%, pero también se da el mismo caso en centros concertados. Así ocurre en toda escuela situada en un barrio de inmigrantes, sea pública o concertada.


El caso es que las medias nacionales ocultan que existen grandes zonas con escasa presencia de centros privados. Y los datos del Ministerio sobre la distribución de alumnos extranjeros no distinguen entre centros concertados y el resto de los privados; pero pocos inmigrantes acuden a colegios sin concierto, pues no son gratuitos. Resulta ilustrativo, por eso, el caso de la Comunidad de Madrid, donde tanto la población inmigrante como las escuelas privadas se dan en número más elevado, y hay estadísticas separadas sobre los centros concertados.


En el curso 2005-2006, los colegios públicos de Madrid tenían el 54,4% de la población escolar total y el 74% de los alumnos inmigrantes. Como la enseñanza concertada tiene en Madrid más presencia registraba un porcentaje de extranjeros (19,4%) mayor que la privada (incluida la no concertada) de todo el país (18,6%), con menor parte del alumnado total (28%, frente al 33% de la privada en el conjunto de España).


Por otro lado, en los últimos años el desequilibrio ha aumentado no solo porque los colegios públicos reciban un número desproporcionado de inmigrantes, sino porque pierden alumnos nacionales. Desde 2003, la enseñanza privada crece tanto en estudiantes españoles como en extranjeros. En cambio, en la pública solo aumentan los extranjeros.


Parte de la explicación parece estar en que, como es lógico, las familias inmigrantes tienen menor conocimiento del sistema escolar y de los procedimientos para elegir colegio entre los gratuitos, públicos o concertados. Un ejemplo que puede aportar luz es lo ocurrido en el colegio público San Ildefonso, de Madrid. Allí los alumnos inmigrantes eran el 60% en el curso 2002-2003; la cifra descendió al 40% en el curso 2006-2007, después de que el centro adoptara la enseñanza bilingüe en inglés. El director señala que “si ofertamos algo de calidad, en este caso una educación bilingüe, como hacen muchos centros concertados, la demanda de plazas en el colegio sube. Si no das calidad o imagen de calidad, los españoles se van” (El País, 13-09-2007). De hecho, continuaba, tuvieron que dejar fuera un 50% de las solicitudes de admisión.


La fuerte concentración de inmigrantes, que por término medio es un alumnado más difícil de enseñar y más necesitado de atención, supone una dificultad adicional para la escuela pública. Pero no parece ser el factor determinante de sus peores resultados. Como revela un reciente estudio (Etefil 2005) del Instituto Nacional de Estadística, analizado en la revista Magisterio (5-09-2007), el fracaso escolar de la pública (33%) duplica de sobra el registrado en la concertada (13,9%). Pero los datos corresponden al curso 2000-2001, en que los inmigrantes no eran más que el 2% de la población escolar (ahora son el 8,4%).

Firmado por Fernando Saiz Fecha: 19 Septiembre 2007
Aceprensa

martes, 18 de septiembre de 2007

Abuelos, hijos y nietos

Cuando tenemos más días de descanso aumentan las ocasiones de trato con familiares y especialmente entre abuelos, hijos y nietos. La calidad de esta convivencia intergeneracional será una buena muestra de cómo estamos construyendo un mundo mejor para los que, tarde o temprano, nos van a relevar en esta vida.

Seguro que estaremos de acuerdo en que nunca será suficiente una relación “de mínimos” entre abuelos, hijos y nietos. Y es que tenemos el sentido común para entender la equidad como la perfección de lo igual. Es una forma de mejorar o asegurar lo justo formulado por las leyes.

Recordemos que en una sociedad verdaderamente justa, los principios de equidad e igualdad no se anulan uno al otro. Ambos se aplican porque son interdependientes: ninguno es suficiente sin el otro. En una sociedad de iguales donde no hay equidad, habrá una igualdad restringida porque todos somos diferentes desde el punto de vista biológico, social y cultural, y necesitamos cosas distintas en tiempos distintos. De ahí que no en todas las circunstancias la equidad entre generaciones se manifiesta de la misma manera.

Tenemos claro que lo que se pasa de abuelos a hijos y de éstos a nietos no es una mera acumulación de conocimientos o bienes. Es, intentemos que sea, además, una transmisión de valores, una dinámica de mejora integral de la persona y su entorno. Este incremento debería generar una extensión de “vida buena” en todos los ámbitos de las relaciones humanas: política, educación, economía, ciencias, ecología, etc.

La importancia de la convivencia

Considero que la mejora de la generación siguiente tiene mucho que ver con la cohesión familiar, ya que es la familia medio eficacísimo de atención desigual, y desiguales somos las personas. Así, ocurre que la riqueza global que se transmite, queda asegurada por el vínculo estrecho y sincero entre una generación y otra.

Vemos evidente la necesidad de más trato, más convivencia entre padres e hijos. Pero no perdamos ocasión también para que nietos, hijos y abuelos compartan entre todos ellos tiempo libre y descanso, juegos y conversaciones que, aunque sean “batallitas”, correcciones o pequeñeces de unos u otros, alimentarán una estima y comunicación valiosísimas para el futuro de todos.

La prudencia, experiencia vital, comprensión y ternura –contra toda adversidad o desánimo– que muestran muchas abuelas y abuelos, pueden compensar de manera extraordinaria las tensiones y precipitaciones de los adultos, pues a veces nos vemos condicionados por la “urgencia” del momento o la falta de perspectiva vital.

Para tener perspectiva

En todo caso, abuelos y padres acordarán los medios para evitar desautorizaciones hacia éstos últimos, y también para superar la excesiva protección de los más mayores sobre los nietos.

La fragilidad, limitaciones y necesidades extraordinarias de la ancianidad pueden resultar una auténtica carga. Pero no es la persona anciana en sí una carga, sino sus circunstancias de edad o enfermedad. Por ello, la familia puede y debe unirse y reunirse en torno a los ancianos, sean más o menos capaces, como también se solidariza con un enfermo de 20, 30 ó 40 años.

Además, reconozcamos la importancia que tiene para los niños el hecho de poder situarse, en el tiempo, respecto a sus ascendentes, saber de primera mano experiencias antiguas y fascinantes, conocer sus raíces.

Seguro que podemos construir un diálogo más comprensivo y fluido. Convertiremos el conflicto que pueda aparecer en cooperación. Niños, jóvenes, adultos y ancianos, nos sabremos miembros de un maravilloso equipo que extiende su siembra de felicidad –con dificultades, por supuesto– a lo largo de la historia humana, generación tras generación.

Emili Avilés i Cutillas
Mujer Nueva

lunes, 10 de septiembre de 2007

Adolescentes en acción

Si padres y educadores disfrutamos realmente, será fácil, aunque laborioso, ayudar a nuestros adolescentes a hacerse hombres y mujeres cabales.

En los tiempos que corren puede haber más dificultades, más fuentes de conflictos, pero el cambio de ser una persona dependiente a independiente es preciso afrontarlo con buen ánimo.

Es claro que la adolescencia trae cierta descoordinación afectiva, mucha inestabilidad emocional, una gran imaginación desbordada, y el típico narcisismo. Contemos con ello, es lo que toca.

Pero el asunto es que, además, nos enfrentamos a un ambiente social que exagera la conciencia del yo individual. Y eso es una importante dificultad, ya que para conseguir el normal desarrollo de la propia identidad, del propio carácter, es necesario también descubrir a los demás, llegar a la raíz última de las virtudes y valores, reconocer su riqueza, abrirse al mundo.

Creo que una causa principalísima de muchos conflictos psicológicos de los adolescentes de la sociedad actual, es que los ambientes familiares y escolares a veces pueden seducir, tolerar e incluso adular a estos chicos y chicas en plena efervescencia. Cuando, en realidad, necesitan asumir responsabilidades, que contemos con ellos, que les exijamos con confianza y seguridad.

El ambiente hace más difícil si cabe la situación

Otra causa que podría agravar los cambios emocionales, de humor y conducta, e incluso condicionar la formación del carácter de nuestros adolescentes, es el sentimentalismo y utilitarismo que se extiende en la familia y en las relaciones de amistad. Ese tipo de interacciones no puede ser una “escuela” de vida auténtica.

Dificultades añadidas

También necesitan –necesitamos todos– más modelos que presenten el “bello riesgo”, de ir contra corriente, que les muestren, vividos y posibles, ideales nobles.

Hemos de hacer asequibles ambientes donde se motive y trabaje una verdadera libertad, se viva con austeridad, fortaleza y espíritu de servicio. Eso es necesario para conocer lo mejor y asumir vínculos de calidad.

Asimismo, nuestros adolescentes perciben múltiples muestras de “exitosas” y famosas existencias con una doble ética (pública y privada), cuando ellos detestan rotundamente todo tipo de hipocresía o de doble vida. En este sentido, sufren salvajes presiones que les llevan a confundir lo útil con lo honesto.

Por otra parte, considero que lo precipitado y superficial de sus lecturas, aumentan las dificultades para un desarrollo equilibrado de nuestros adolescentes. El desconocimiento real y práctico de la Literatura, Filosofía e Historia, les dificulta diferenciar lo permanente de lo pasajero, lo esencial de lo accidental, lo racional de lo animal, lo justo de lo injusto.

Aprovechar sus aspectos positivos

Otro asunto a comentar es que el excesivo carácter de practicidad –¿para qué sirve esto que estudio?– que a veces les obsesiona, no siempre sabemos compensarlo con explicaciones adecuadas o metodologías modernas aplicadas a las Humanidades, necesitadas de una mayor promoción por parte de las autoridades educativas.

Aprovechemos el espíritu crítico de los jóvenes y su creatividad, para que sepan evitar, imaginativamente, el “bombardeo” de superficialidad y apariencia y la moda-obligación-estímulo de aficiones y entretenimientos insustanciales que les amarran, sacándolos de la realidad.

Quiero acabar con optimismo y romper una lanza a favor de nuestros adolescentes. Será preciso animar la virtud de la esperanza que tanto necesitamos todos, ellos y nosotros mismos. Un medio estupendo será el ejemplo mutuo y ejercitarse en una cultura cívica que nos aleje tanto de los estatismos agobiantes como de los órdenes económicos individualistas, que llevan a la gente –pequeños y mayores– a desentenderse del bien común o “interés general”.

Para esto, urge una preparación ética y cultural que les capacite –nos capacite– para lanzar las propias propuestas de regeneración social y mejora de cada persona, sea quien sea, próxima o ajena.

En nuestras manos está promover el desarrollo de los jóvenes en un ambiente acogedor, de calidad moral, con amplia y limpia perspectiva sobre la realidad. Seguro que, así, el relevo generacional será amable y de verdadero progreso.


Emili Avilés i Cutillas
Mujer Nueva

De este tema
estamos hablando aquí en los foros de Intcat

jueves, 6 de septiembre de 2007

El desafío de la educación (III): colegios mediocres, ¿por qué?

Profesores sin autoridad, alumnos sin motivación, falta de ideario... las causas se conocen, y hay solución en seis pasos.

Durante estos más de diez años, en que la LOGSE o la Reforma de la educación y sus consecuencias han hecho estragos, una gran mayoría de colegios e institutos han ido cayendo en la mediocridad.

Por un lado, porque se ha desconfiado de la autoridad del profesor al hacer de cada sanción un proceso judicial que lleva más de un mes. Esto ha llevado al desencanto de muchos profesores, al descenso de su autoestima y a situaciones de estrés y de depresión. Ver “El desafío de la educación (II)”.

Por otro, porque se han unido, en una misma clase, alumnos que daban un nivel normal para el estudio, con alumnos que lo suyo no es estudiar (de un 25 a un 30%) y que antes de la Reforma iban a formación profesional. Esta nefasta mezcla fue defendida como buena, por ejemplo, por el máximo cargo de Educación de una autonomía diciendo que era “una perversidad separarlos”. Como no se consigue que los alumnos poco dotados sigan el ritmo se iguala a la baja y se dejan pasar asignaturas y cursos con unos niveles, en muchos casos, realmente desastrosos.

Se iguala a la baja

Otro factor importante, es que muchos centros no tienen un ideario claro de lo que pretenden enseñar a nivel de educación-urbanidad y formación humana. Y por tanto los profesores no tienen un llamémosle “código de conducta” al que el conjunto de los profesores pueden hacer referencia para tender a él, y ceñirse para dar un buen control de calidad al formar a los chicos y por tanto ofrecer un buen servicio a los padres.

Esto es especialmente llamativo en los centros de la administración. Debido a que el funcionamiento de los centros de la administración se decide en gran medida en los claustros de profesores de una forma democrática, en lugar de ser la directiva la que marca la línea a seguir, resulta prácticamente imposible ponerse de acuerdo entre los profesores, en unos mínimos, respecto a temas de ideario. Y entonces los mínimos son ya las transgresiones de la disciplina. En estos centros se cae fácilmente en la mediocridad a nivel de formación humana de los estudiantes. Y, por tanto, es muy difícil que no se caiga también en la mediocridad, o en niveles todavía más bajos, en lo referente a la instrucción.

En cambio en otros centros, principalmente en los privados y en los concertados, suele haber un ideario y unos objetivos muy claros a conseguir a tres niveles: 1. de educación-urbanidad; 2. de formación humana; 3. (no siempre) de formación espiritual. O sea que, en la mayor parte de ellos, lo que se busca es la excelencia en esos tres niveles para cada alumno, dentro de las capacidades de cada alumno.

Sin ideario en la pública

Otro factor importante,
es la falta de real y total libre elección de centro por parte de los padres para sus hijos. En el estado de Utha de EEUU se ha aprobado el cheque escolar, con lo que los padres pueden elegir el centro que quieran, privado o de la administración, sin ningún tipo de limitación. El único límite es que quede plaza en la escuela que se pide.

Es evidente, que en una situación como la de Utha, los padres hablan entre ellos de las prestaciones que les dan los colegios a los que asisten sus hijos, y por tanto pueden comparar y elegir lo que más les conviene para ellos. Esto establece, lógicamente, la competencia entre los distintos centros, que indudablemente es un factor saludable en el que se tiene que basar la mejora de la enseñanza. Está claro que cada centro deberá tener una mayor autonomía de la que gozan actualmente los centros en España.

Sin elección de centro

Pero en España existe la zonación
, que ha llevado a quitar esa libertad total de elección de los padres. En Inglaterra y en Francia se ha visto que la zonación lleva a que los centros de barrios buenos resulten buenos y los de barrios marginales sean malos. De tal manera que en Francia el candidato de centro-derecha ha propuesto que se quite “la carte scolaire”, que es la zonación, y que se tenga libertad para llevar a los hijos al centro que se desee.

Posibles remedios

A la vista de lo expuesto
aparecen bastante claros estos remedios.

1. Devolver la confianza y autoridad a los profesores , quitando esos largos procesos paras sancionar. Ya lo abordé en “El desafío de la educación (II).”

2. Creación de itinerarios para los alumnos con distintas tendencias vocacionales, teniendo en cuenta sus capacidades y habilidades.

3. Que cada centro tenga un ideario y unos objetivos muy claros a conseguir a tres niveles: 1. de educación-urbanidad; 2. de formación humana; 3. (cuando se requiera) de formación espiritual. Buscando con ellos la excelencia. Si no es así estamos abocados al fracaso.

4. Dar a los padres libertad total de elección de centro quitando la zonación, dando el 100% del coste por alumno a los centros concertados. Y mejor aún, dar el cheque escolar como en el estado de Utha. Establecer compartimientos estancos –como la zonación– elimina la competencia entre centros.

5. En los centros de la administración, si se quiere competir con los privados y concertados, hay que quitar el poder del claustro para decidir sobre temas de ideario y que sea la directiva la que realmente pueda establecer unas líneas claras a seguir por todo el claustro.

6. Dar mayor autonomía a los centros.

Carles Clavell
ForumLibertas.com